insectos en la misa

Es a la siesta. Y en el comedor en penumbras no hay

nadie. Y si estuviese alguno sentado no se notaría. Se oye

una palabra diaria, pero dicha de un modo raro, como si

una manzana en la frutera estuviera aprendiendo a hablar.

Lo central es el canastillo de claveles. Pero los claveles

están fuera del canastillo, tendidos, seis a cada lado. Y parecen

rojas cucharas, tizones, jesucristos.

Esos claveles son los familiares ¿quién lo duda?, abuelos,

padres, madres y madrinas.

Hay un vuelo y como si buscaran flores entran de golpe,

insectos sexuales, gloriosos y temibles.

Ansían oídos, ojos, nariz, toda clase de bocas.

Las primas y amigas corren inútilmente a ocultarse abajo

de la cama; se enredan en las colchas.

Yo, por milagro, hallo las salidas.

Corro.

Ingreso en el peral.

Y ya vienen los grandes gritos de lujuria. Prosigo huyendo

de aquí para allá.

Hasta que se pone el sol.

Los árboles están fijos.

Y en la casa

ya ha pasado todo y nada.

 

 

 

 

 

Marosa di Giorgio

Misales. Relatos eróticos 

1a ed. Buenos Aires 

El Cuenco de Plata, 2005

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

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