el miedo, no



El miedo, no. Tal vez, alta calina,

la posibilidad del miedo, el muro

que puede derrumbarse, porque es cierto

que detrás está el mar.

El miedo, no. El miedo tiene rostro,

es exterior, concreto,

como un fusil, como una cerradura,

como un niño sufriendo,

como lo negro que se esconde en todas

las bocas de los hombres.

El miedo, no, Tal vez sólo el estigma

de los hijos del miedo.

Es una angosta calle interminable

con todas las ventanas apagadas.

Es una hilera de viscosas manos

amables, sí, no amigas.

Es una pesadilla

de espeluznantes y corteses ritos.

El miedo, no. El miedo es un portazo.

Estoy hablando aquí de un laberinto

de puertas entornadas, con supuestas

razones para ser, para no ser,

para clasificar la desventura,

o la ventura, el pan, o la mirada

-ternura y miedo y frío- por los hijos

que crecen. Y el silencio.

Y las ciudades rutilantes, huecas.

Y la mediocridad, como una lava

caliente, derramada

sobre el trigo, y la voz, y las ideas.

No es el miedo. Aún no ha llegado el miedo.

Pero vendrá. Es la conciencia doble

de que la paz también es movimiento.

Y lo digo en voz alta y receloso.

Y no es el miedo, no. Es la certeza

de que me estoy jugando, en una carta,

lo único que pude,

tallo a tallo, hacinar para los hombres.

 

 

 


Rafael Guillén


El miedo, no

Rafael Guillén: obra completa

Almed Ediciones 2010

Granada

 

 


 

 

 

 

 

 

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