Brise marine
La chair est triste, hélas ! et j’ai lu tous les livres.
Fuir ! là-bas fuir ! Je sens que des oiseaux sont ivres
D’être parmi l’écume inconnue et les cieux!
Rien, ni les vieux jardins reflétés par les yeux
Ne retiendra ce cœur qui dans la mer se trempe
Ô nuits! ni la clarté déserte de ma lampe
Sur le vide papier que la blancheur défend
Et ni la jeune femme allaitant son enfant.
Je partirai! Steamer balançant ta mâture,
Lève l’ancre pour une exotique nature!
Un Ennui, désolé par les cruels espoirs,
Croit encore à l’adieu suprême des mouchoirs!
Et, peut-être, les mâts, invitant les orages
Sont-ils de ceux qu’un vent penche sur les naufrages
Perdus, sans mâts, sans mâts, ni fertiles îlots…
Mais, ô mon cœur, entends le chant des matelots!
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La brisa marina
¡La carne es triste y ya leí todos los libros!
¡Huir, huir allá! Siento a las aves ebrias
De estar entre espumas ignoradas y cielos. Nada,
Ni los viejos jardines que los ojos reflejan,
Retendrá a este «corazón que )se templa en el mar,
¡Oh noches!, ni la claridad desierta de mi lámpara
Sobre el papel vacío que la blancura veda,
Y ni la joven madre que amamanta a su hijo.
¡Partiré! Nave que balanceas tu arboladura,
¡Leva por fin el ancla hacia exóticas tierras!
Un Hastío asolado por crueles esperanzas
Aún cree ien el supremo adiós de los pañuelos.
Y quizá los mástiles, que a la borrasca invitan,
Son de los que un viento sobre el naufragio
Inclina, perdidos, sin palos ni fértiles islotes…
Mas oye, corazón; ¡el canto de los marineros!
Stéphane Mallarmé
Antología, Traducción y Prólogo: 1982
Federico Gorbea
Plaza & Janés, SA, Editores
Selección de poesía universal
Texto bilingüe
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Brisa marina
Leí todos los libros y es, ¡ay! , la carne triste.
¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan
entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,
ni los viejos jardines que los ojos reflejan,
ni la madre que, amante, da leche a su criatura,
ni la luz que en la noche mi lámpara difunde
sobre el papel en blanco que defiende su albura
retendrá al corazón que ya en el mar se hunde.
¡Yo partiré! ¡Oh, nave, tu velamen despliega
y leva al fin las anclas hacia incógnitos cielos!
Un tedio, desolado por la esperanza ciega,
confía en el supremo adiós de los pañuelos.
Y tal vez, son tus mástiles de los que el viento lanza
sobre perdidos náufragos que no encuentran maderos,
sin mástiles, sin mástiles, ni islote en lontananza…
Corazón, oye cómo cantan los marineros!
Versión de Andrés Holguín
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Brisa marina
La carne es triste, ¡ay! y leí todos los libros.
¡Huir! ¡Huir allí! ¡Siento que los pájaros están ebrios
De estar entre la espuma desconocida y los cielos!
Nada, ni los viejos jardines reflejados por los ojos,
Retendrá ese corazón que en el mar se embebe.
¡Oh noches! ni la claridad desierta de mi lámpara
Sobre el papel vacío que la blancura defiende
Ni la joven mujer amamantando a su hijo.
¡Yo partiré! ¡Vapor meciendo tu arboladura,
Leva el ancla hacia una exótica natura!
¡Un Tedio, desolado por crueles esperanzas,
Cree aún al supremo adiós de los pañuelos!
Y, quizás, los mástiles, invitando a las borrascas
Son los que un viento inclina sobre los naufragios
Perdidos, sin mástiles, sin mástiles, ni fértiles islotes…
¡Pero, oh corazón mío, escucha el canto de los marineros!
Versión de Juan Carlos Sánchez Sottosanto
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