quinta poesía vertical

 

 

 

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La irresponsabilidad de los colores,

el modo de bajar que usan las cosas,

la telaraña que ata los sentidos,

el ciego monopolio de la muerte,

demuestran

que el mundo no está hecho.

 

La dura incredulidad de las estrellas,

la irreligión lustral de la memoria,

la cruel fisiología de los párpados,

la quietud de las cosas ciertos días,

demuestran

que el destino del mundo no es hacerse.

 

La irredención del sueño cotidiano,

la vida sin sostén que alza el invierno,

la forma de irse atrás de los caminos

la costumbre al revés que agobia el canto,

demuestran

que el mundo es solo un dios que se deshizo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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