de Las pequeñas espinas son pequeñas, 2013

 

 

 

contigo

 

 

Porque no vive el alma entre las cosas

sino en la acción audaz de descifrarlas,

yo amo la luz hermana que alienta mis sentidos.

 

Mil veces he deseado averiguar quién soy.

 

Después de tantos nombres,

de tanta travesía hacia mi propia brújula,

podría abrazar la arena durante varios siglos.

Ver pasar el silencio y seguir abrazándola.

 

No está en mí la verdad, cada segundo

es un fugaz intento de atrapar lo inasible.

La verdad no está en nadie, y aún más lejos

yace de un rey que de cualquier mendigo.

Si alguien está pensando en perseguirla

no debe olvidar esto:

el fuego ha sido siempre presagio de declive

como la intensidad antesala de olvido.

 

Cuando mis ojos vuelvan al origen,

pido un último don.

Nada más os reclamo.

 

Poned en mi sepulcro las palabras.

Las que dije mil veces

y las que habría deseado decir al menos una.

 

Guardad en mi costado las palabras.

Las que usé para amar,

las que aprendí a lo largo del camino,

las primeras que oí de labios de mi madre.

 

Envolvedme entre ellas sin reparo,

no temáis por su peso.

Pero cuidad con mimo la palabra contigo.

Tratadla con respeto.

Colocadla

sobre mi corazón.

La verdad no está en nadie, pero acaso

las palabras pudieran engendrarla.

 

Quizá entonces aquel a quien dije contigo

y para quien contigo fue toda su costumbre,

se acostará a mi lado con ternura,

juntos en el vacío más sagrado,

cuando la eternidad toma nuestra medida,

cuando la eternidad se pronuncia contigo.

 

 

 

 

 

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