II
SELVAS, NOCHES
seis ángeles
Ni una nube en el cielo.
A destiempo se cumplen
las citas que acordamos.
– ¿Cómo podría ahora
hacer un solitario de la vida? –
Este baile mestizo que me impongo
como cura del tedio, la rutina,
está lleno de pasos que provocan,
de pupilas lascivas:
ángeles, eran ángeles,
no cabe duda alguna,
ángeles con escuetos bañadores,
lúbricos, descarados y voraces,
con el don de la luz,
de la risa, del deseo.
Una voz a mi espalda me despierta.
Reconozco mezcladas lenguas.
Solo puedo escribir tu desamparo
entre una y otra música
y mido cuánto falta
en mí de vida
para merecer esta luna.
Toca luego el reflejo
las piedras de la calle
y traduce la noche:
sus pasos, los perdidos y los ciertos.
Trinidad Gan
de su último libro, Fin de fuga – 2015
Colección Visor de Poesía
Buen poema, bueno… pero… existe un pero,
pero no es sencillo ponerle nombre. Sólo se me ocurre
decir que la vida no escribe -no escribiría- así. Es un
poema demasiado perfecto, pero tampoco es ese el problema…
Mmmm… lo releeré hasta que se me ocurra -o no se me ocurra- algo.
Gracias, buena aportación y un reto poético.
¿por qué un poema no es poéticamente bueno aunque sus palabras lo sean, o
parezcan serlo? Sin duda, la poeta nos hace trampa, nos engaña… como buena poeta,
claro -es su obligación-. Pero: ¿dónde y cómo nos engaña? y, también… ¿no será
que ella se engaña a sí misma -no ve su trampa- y por eso es más difícil detectar de
dónde procede ese saber sospechoso a plástico?
Narciso
Mmmm… sin que quiera entender a Trinidad Gan en media hora,
me va pareciendo que el asunto es eso que se llama racionalización:
parece que habla de la realidad, pero sólo habla -poetiza- de la realidad
pensada, dicha, de la realidad de las palabras, que es una realidad mental,
y no es una realidad real.
De momento, de entrada, a mí me sirve esta primera explicación -que será
falsa, pero por ahora me vale-.
Gracias
Narciso