o quam te memorem virgo …
Oh cómo te recordaré, doncella …
Eneida, I, 327
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la figlia che piange
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o quam te memorem virgo …
Stand on the highest pavement of the stair—
Lean on a garden urn-
Weave, weave the sunlight in your hair—
Clasp your flowers to you with a pained surprise—
Fling them to the ground and turn
With a fugitive resentment in your eyes:
But weave, weave the sunlight in your hair.
So I would have had hiM leave,
So I would have had her stand and grieve,
So he would have left
As the soul leaves the body torn and bruised,
As the mind deserts the body it has used.
I should find
Some way incomparably light and deft,
Some way we both should understand,
Simple and faithless as a smile and shake of the hand.
She turned away, but with the autumn weather
Compelled my imagination many days,
Many days and many hours:
Her hair over her arms and her arms full of flowers.
And I wonder how they should have been together!
I should have lost a gesture and a pose.
Sometimes these cogitations still amaze
The troubled midnight and the noon’s repose.
la figlia che piange
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o quam te memorem virgo …
Yérguete en el más alto rellano de la escalera
apóyate en un ánfora de jardín—
teje, teje la luz del sol en tu pelo
aprieta tus flores contra ti con sorpresa dolorida—
tíralas al suelo y vuélvete
con una fugaz ofensa en los ojos:
pero teje. teje la luz del sol en tu pelo.
Así le habría hecho yo marcharse a él,
así le habría hecho a ella quedarse inmóvil y afligirse,
así la habría dejado él
como el alma deja el cuerpo, desgarrado y arañado.
como la mente abandona el cuerpo que ha usado.
Yo encontraría
algún modo incomparablemente leve y hábil.
algún modo que ambos entendiéramos,
sencillo y sin fe como una sonrisa y un apretón de manos.
Ella se apartó, pero con el tiempo otoñal
obligó a mi imaginación muchos días,
muchos días y muchas horas:
el pelo por los brazos y los brazos llenos de flores.
¡Y me preguntó cómo habrían estado ellos juntos!
Me habría perdido un gesto y una actitud.
A veces estas vacilaciones aún asombran
la turbada medianoche y el reposo de mediodía.
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versión de josé maría valverde
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la figlia che piange
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o quam te memorem
virgo … O dea certe!
Quédate en el descanso más alto de la escalera; apóyate sobre una urna de
jardín; teje, teje la luz del sol con tu cabello; aprieta contra ti tus flores en
apenada sorpresa, arrójalas al suelo y vuélvete con un resentimiento fugitivo en
los ojos. Pero teje, teje la luz del sol en tu cabello.
Así hubiera yo visto que él se iba; así hubiera querido yo ver que ella se
quedaba y se doloría; así se hubiera ido él, como el alma se va del cuerpo
roto y lastimado, como el pensamiento deja el cuerpo que empleó. Yo hubiera
encontrado una manera incomparablemente espontánea y fácil, alguna manera
que nosotros dos entenderíamos sencilla e inconstante como una sonrisa, un
apretón de manos.
Ella se volvió. Pero con el tiempo de otoño se impuso a mi imaginación
muchos días, muchos días y muchas horas; su pelo sobre sus brazos y sus
brazos llenos de flores. Y yo me pregunto cómo hubieran estado ellos dos juntos.
Yo hubiera perdido un gesto, un ademán. Estas representaciones me siguen sor-
prendiendo en la turbada medianoche, a veces, o en el reposo del mediodía.
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juan ramón jiménez
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