70. el verano en la ciudad

El verano, hijo mío, es la estación de la ciudad, el triunfo de la ciudad. A mí me hubiera gustado

veranear contigo en una ciudad que no fuese la nuestra, en un hotel en el que ya casi no quedaran habitaciones,

en un hotel lleno de tímidas, de recoletas parejas de recién casados.

Bien veo ahora que tanta dicha sería pedir demasiado, pero, ¿qué quieres?, tampoco veo por qué he de

renunciar a todo.

El verano, contra lo que la gente piensa, es el tiempo de la ciudad, la ocasión que la ciudad espera, ¡con

cuánta amarga resignación, algunas veces!, para desnudarse y mostrar sus encantos y sus cicatrices. Te acuerdas,

Eliacim, de lo bien que lo pasamos, aquel verano que no salimos de la ciudad, en la despedida de soltero de

Mr. Mennant, aquel señor de Singapoore tan gracioso?

¿Te acuerdas de las lecciones de torear que nos dio M. Jacques Tourneville, de Carcassone?

¿Te acuerdas también de lo mal que le sentó la ginebra a la tiple Fiorella dei Campi, aquella dama gordita que le vació

un sifón por encima a Sir Edward Harriman?

Sí, hijo mío, el verano es el espejo de la ciudad, la nodriza de la ciudad, la apoteosis de la ciudad. Como a la

gente le falta valor para saberlo, huye de la ciudad por los veranos.

 

 

 

Camilo José Cela

El verano en la ciudad

Mrs Caldwell habla con su hijo

Editorial Destino 2012

Barcelona

 

 

 


 

 

 

 

 

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