5


Estaba oculta entre las arvejas, las aceitunas, las mariposillas.

Y vino Floro, Florencio, de visita. Era su tez muy oscura, y de

ella salían al parecer; flores como tizones. Todos le rodearon. Pero

las gallinas aún bajo la lluvia, ponen huevos, esos objetos de cal,

dentro de los cuales, se traman más carnes y más huesos. Un pío

pío fantasma atravesó las frondas. Aprovechando que los mayores

quedaron alienados con la visita, huí. Yo también quería poner

mis huevos. Al punto más cerrado del bosque, donde no bajaba

ni una gota, a buscar una gran canasta de flores. Y salieron camelias,

fijas, de loza, de organdí. Cálices estrechos y de color de rosa,

como licoreras. Y dalias de vidrios de colores.

Me senté yo también a empollar; mi cabello se desparramó

por el suelo. Pero me dormí, como siempre, con las alas plegadas.

Con los ojos abiertos.

 

 

 

 

Marosa di Giorgio


de La edad anaranjada

número 5

Colección Ave Roc

Fondo de Animal Editores

Ecuador, 2012 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Te puede interesar

la no vida

 

sin espacio para la expresión
del dolor, —como hacen los artistas.

 

es posible

 

Es fácil y probable,
que al pasar los años, se desconozcan

 

belleza

 

Era tan guapa
que no llamaba
la atención