turno de noche: 22 de mayo 2023

 

 

 

 

Esta noche, mientras dormía, me han subido otra vez arriba. A la sala de máquinas.
No era consciente del todo,
estaba como medio sedado. Ellos estaban muy contentos
y el que controlaba mi proyección del yo, o
mi alma, o mi desdoblamiento en el sueño,
jugueteaba con mi voluntad tocando el culo a través de mí
a una compañera suya.

Una de las veces, en la que estaba más consciente, uno de ellos me señaló una especie
de círculo que parecía una ventana y dijo: «Si miras a través de ella y piensas en
alguien verás lo que está haciendo». Recuerdo que pensé en el campo, en los bosques,
y él me contestó: «Eso te honra».

Recuerdo, en otro sueño, estaba con otro de ellos, los dos rodeados de las almas
de la gente, que deambulaban blancas, a nuestro
alrededor. Y le dije exclamando:
«¡No hay que tocarlos!»

Dos de ellos, en otra ocasión, se acercaron a la cuna de un bebé, y se lo follaron
mientras reían. El bebé se abrazó a mí, con rabia. Y ellos seguían riendo: «Mira
cómo sabe quién es el bueno». 

Me desconcierta tanto poder, con tan poco corazón. Su imbecilidad no tiene límites,
y lo demuestran
cada noche, cada día.

Después, se pusieron unas batas blancas, para que creyese que eran médicos. Pero sé
que no lo son,
o por lo menos algunos. Esto tiene que ver más con el poder. Quienes
quiera que sean son de este
mundo porque tanta estupidez no puede venir de fuera.

Solo les deseo que se atraganten con mi mar, con mi luna, con mis desiertos, con los
litros de infinito en el espacio vacío
que he tragado desde que nací. En fin, con toda
esa filosofía que han bebido a mi paso por todos esos desarrollos. De esto
se alimentan.
Aunque más bien les quiero aquí, como los demás, con la conciencia a flor de piel, vivos
y predispuestos a
sufrir las consecuencias de sus actos como si fuese una mirada de castigo
para que todo el dolor que han causado a la humanidad,
les sea devuelto.

 

 

 

 

 

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