una hoja sabia
Hoy he abandonado la comodidad placentaria de la calefacción
y de la manta
-esa matriz artificial en la que a veces nos refugiamos-
Me impedía pensar. El letargo…
Y he salido a la calle, escuchando a Mozart en mi mente -el i-pod que tenemos
los pobres con recursos-.
Mis neuronas querían funcionar pero necesitaba frío para animarlas. Son vagas.
Era el día perfecto para pasar frío. Y para pensar.
Me he sentado en un banco, en una plaza con árboles muy grandes.
Uno ha bostezado y hasta mí ha llegado un escupitajo en forma de hoja.
La hoja se me ha quedado mirando.
Aún así he sido yo quien ha tomado la palabra:
-¿Tú no sientes angustia cuando llega el invierno?
La hoja me ha mirado como si fuera extraterrestre y me ha contestado:
-No Vladimira, desde que nazco ya se cual es mi destino
-Entonces… ¿No te angustia saberlo?
-No. Yo soy una hoja, un mecanismo para alimentar al árbol.
Esa es mi función. La angustia es para los que quieren
dar un sentido artificial a su vida. Todos formamos parte
del Sentido. Nadie puede añadir a lo que ya es y se angustian.
Adornar la vida es cosa de artistas. Eso está al alcance
de pocos -y añade la hoja- pero sentirlo al alcance de todos.
-¿Y no te sientes muy poca cosa? Hay muchas hojas en un árbol…
y no quiero ser descortés pero… cuando el árbol se va a dormir
en invierno-, os echa a todas. Le da igual que os muráis.
-También hay muchos humanos en el mundo y no creo que ninguno
de ellos sea insignificante. Todos son parte de Algo. Todos morís
y eso no significa que Dios no os quiera. Además, yo no muero
ni vivo. Yo estoy hecha de vida. Y la vida no muere.
-Entonces, si yo sigo aquí, y mi cuerpo sigue soportando este frío
glacial ¿No me moriré? -listilla-?
-No Vladimira, quien morirá será tu cuerpo. Ese que te permite
experimentar con la Belleza. Serías tonta si dejaras morir
a tu cuerpo antes de tiempo.
-Tienes razón, me voy a ver a Literaturo. ¿Puedo cogerte y llevarte a casa?
-¡Ni hablar! Deja que cumpla con mi Destino.
No quiero romper la Sencillez de la Esencia.
-Te entiendo. Entonces, me llevo tu consejo junto al Requiem de Mozart.
Vladimira Pund
más poemas en desde mi barricada
0 comentarios