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the other tradition

 

 

They all came, some wore sentiments

Emblazoned on T-shirts, proclaiming the lateness

Of the hour, and indeed the sun slanted its rays

Through branches of Norfolk Island pine as though

Politely clearing its throat, and all ideas settled

In a fuzz of dust under trees when it’s drizzling:

The endless games of Scrabble, the boosters,

The celebrated omelette au Cantal, and through it

The roar of time plunging unchecked through the sluices

Of the days, dragging every sexual moment of it

Past the lenses: the end of something.

Only then did you glance up from your book.

Unable to comprehend what had been taking place, or

Say what you had been reading. More chairs

Were brought, and lamps were lit, but it tells

Nothing of how all this proceeded to materialize

Before you and the people wailing outside and in the next

Street, repeating its name over and over, until silence

Moved halfway up the darkened trunks.

And the meeting was called to order.

I still remember

How they found you, after a dream, in your thimble hat.

Studious as a butterfly in a parking lot.

The road home was nicer then. Dispersing, each of the

Troubadours had something to say about how charity

Had run its race and won, leaving you the ex-president

Of the event, and how, though many of those present

Had wished something to come of it, if only a distant

Wisp of smoke, yet none was so deceived as to hanker

After that cool non-being of just a few minutes before,

Now that the idea of a forest had clamped itself

Over the minutiae of the scene. You found this

Charming, but turned your lace fully toward night.

Speaking into it like a megaphone, not hearing

Or caring, although these still live anti are generous

And all ways contained, allowed to come and go

Indefinitely in and out of the stockade

They have so much trouble remembering, when your forgetting

Rescues them at last, as a star absorbs the night.

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la otra tradición

 

 

Vinieron todos, algunos llevaban sentimientos

Adornados sobre camisetas, proclamando lo tardío

De la hora, y en verdad el sol inclinaba sus rayos

A través de ramas de pino de la isla Norfolk como si

Estuviese aclarando gentilmente su garganta, y todas las ideas se dispusieran

En un rizo de polvo bajo los árboles cuando llovizna:

Las interminables partidas de Scrabble, las reinyecciones,

El celebrado omelette au Cantal, y a través de esto

El rugir del tiempo zambulléndose sin registro a través de las esclusas

De los días, arrastrando cada instante sexual de los mismos

Pasadas las lupas: el fin de algo.

Solamente entonces levantaste la vista de tu libro,

Incapaz de comprender qué había estado sucediendo, o

Decir qué leías. Se trajeron

Más sillas, se encendieron lámparas, pero no dicen

Nada acerca de cómo todo esto procedió a materializarse

Frente a ti y la gente que esperaba fuera y en la siguiente

Calle, repitiendo su nombre una y otra vez, hasta que el silencio

Se mudó a medio camino de los oscurecidos troncos

Y la reunión fue llamada al orden.

                    Aún recuerdo

Cómo te encontraron, después de un sueño, en tu sombrero dedal,

Estudioso como una mariposa en un aparcamiento.

El camino a casa fue más agradable entonces. Dispersándose, cada uno

De los trovadores tenía algo que decir acerca de la forma en que la caridad

Había hecho su carrera y vencido, dejándote a ti de ex-presidente

Del evento, y cómo, a pesar de que muchos de los allí presentes

Deseaban que algo se produjese, por lo menos una lejana

Voluta de humo, ninguno estaba tan engañado como para añorar

Ese frío no ser de sólo unos cuantos minutos antes,

Ahora que la idea de un bosque se afianzaba

Sobre las minucias de la escena. Encontraste esto

Encantador, pero volviste el rostro plenamente hacia la noche,

Hablándole como si fuera un megáfono, sin escuchar

Y sin preocuparte, aunque ellos todavía estén vivos y sean generosos

Y contengan el total de caminos, permitidos al ir y venir

Indefinidamente dentro y fuera de la empalizada

Que tantos problemas tienen en recordar, cuando tu olvido

Los rescata al fin, mientras una estrella absorbe la noche.

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de Pirografía

 

traducido por Martín Rodríguez-Gaona

Visor Libros, España, 2003

 

 

 

 


 

 

 

 

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