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Marloes tiene frío, (como) frío, quizá sea solamente de piel, que la fría seda no abriga,
o quizá sea un frío interior, un síntoma profundo, más bien de los túneles y de los corredores
de la intimidad o del alma, por donde circulan esas sustancias dulces y sobrias que nos hacen
humanos.
Claro que también hay situaciones o sensaciones que nos encogen o nos sobrecogen con un
frío indirecto, secundario, de apellido: un temor frío, una preocupación o una inquietud que nos
destempla más bien por desamparo e indefensión, porque nos deja desprotegidos o nos amenaza
con la intemperie.
Tal vez Marloes espera a alguien que ya se retrasa demasiado, o está sufriendo las consecuencias
de una conversación difícil.
Se dice que no hay razón, ni buena ni mala, para vivir o para morir. No sé, pero se puede sentir frío
de pronto: a veces, el universo universal inyecta un viento helado que nos alcanza; a veces, se nos
viene una imagen de nuestra agrietada condición que nos congela las entrañas y sus alrededores.
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