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Carlos Cano

Antonio Vargas Heredia


Con un clavel grana sangrando en la boca,

con una varita de mimbre en la mano,

por una verea que llega hasta el río

iba Antonio Vargas Heredia, el gitano.

Entre los naranjos la luna lunera

ponia en su frente su luz de azahar

y cuando apuntaban las claras del día

llevaba reflejos del verde olivar, del verde olivar.

Antonio Vargas Heredia,

flor de la raza calé

cayó el mimbre de tu mano

y de tu boca el clavel,

y de tu boca el clavel.

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De puente Geni a Lucena, de Loja a Benamejí,

de Puente Geni a Lucena, de Loja a Benamejí,

las mocitas de Sierra Morena

se mueren de pena llorando por ti.

Antonio Vargas Heredia

se mueren de pena llorando por ti.

Era Antonio Vargas Heredia el gitano

el más arrogante y el mejor plantao,

y por los contornos de Sierra Morena

no lo hubo más bueno, más guapo ni honrao.

 –

Pero por curpita de una hembra gitana

su faca en el pecho de un hombre se hundió,

los celos marditos nublaron sus ojos

y preso en la trena de rabia lloró, de rabia lloró.

Antonio Vargas Heredia,

flor de la raza calé

cayó el mimbre de tu mano

y de tu boca el clavel,

y de tu boca el clavel.

De puente Geni a Lucena, de Loja a Benamejí,

de Puente Geni a Lucena, de Loja a Benamejí,

las mocitas de Sierra Morena

se mueren de pena llorando por ti.

Antonio Vargas Heredia

se mueren de pena llorando por ti.

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