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April Galleons

 

 

 

Something was burning.  And besides,

At the far end of the room a discredited waltz

Was alive and reciting tales of the conquerors

And their lilies – is all of life thus

A tepid housewarming?  And where do the scraps

Of meaning come from?  Obviously,

It was time to be off, in another

Direction, toward marshlands and cold, scrolled

Names of cities that sounded as though the existed,

But never had.  I could see the scow

Like a nail file pointed at the pleasures

Of the great open sea, that it would stop for me,

That you and I should sample the disjointedness

Of a far-from-level deck, and then return, some day,

Through the torn orange veils of an early evening

That will know our names only in a different

Pronunciation, and then, and only then,

Might the profit-taking of spring arrive

In due course, as one says, with the gesture

Of a bird taking off for some presumably

Better location, though not major, perhaps,

In the sense that a winged guitar would be major

If we had one.  And all the trees seemed to exist.

 

Then there was a shorter day with dank

Tapestries streaming initials of all the previous owners

To warn us into silence and waiting.  Would the mouse

Know us now, and if so, how far would propinquity

Admit discussion of the difference: crumb or other

less perceptible boon?  It was all going

To be scattered anyway, ad far from one’s wish

As the root of the tree from the center of the earth

From which it nonetheless issued in time to

Inform us of happy blossoms and tomorrow’s

Festival of vines.  Just being under them

Sometimes made you wonder how much you know

And then you wake up and you know, but not

How much.  In intervals in the twilight notes from an

Untuned mandolin seem to coexist with their

Question and the no less urgent reply.  Come

To look at us but not too near or its familiarity

Will vanish in a thunderclap and the beggar-girl,

String-haired and incomprehensibly weeping, will

Be all that is left of the golden age, our

Golden age, and no longer will the swarms

Issue forth at dawn to return in a rain of mild

Powder at night removing us from our boring and

Unsatisfactory honesty with tales of colored cities,

Of how the mist built there, and what were the

Directions the lepers were taking

To avoid these eyes, the old eyes of love.

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Galeones de Abril

 

 

 

 

Algo tenía que estar ardiendo. Y además

al fondo de la habitación un vals desacreditado

estaba vivo y recitaba cuentos acerca de los conquistadores

y sus lirios – ¿será la vida, en conjunto,

una tibia fiesta de estreno de una casa? ¿Y de dónde salen

los pedazos de sentido? Era evidente

que había llegado el momento de marcharse, de cambiar

de dirección, hacia las ciénagas y hacia los nombres

fríos y enroscados de ciudades que sonaban como si existiesen

aunque no hubieran existido nunca. Veía la barca

como una lima de uñas que apuntase a los placeres

del gran mar abierto, que se detendría por mí,

que probaríamos tú y yo la desarticulación

de una inclinada cubierta y volveríamos algún día

por entre los rasgados velos anaranjados de una tarde

que sabría nuestros nombres aunque con una pronunciación

diferente y entonces, solamente entonces,

podría llegar el provecho de la primavera

a su propio ritmo, como se suele decir, con el gesto

de un pájaro que despega para acceder a una posición

supuestamente mejor aunque no tal vez mayor,

en el sentido en el que una guitarra con alas sería mayor

si la tuviéramos. Y todos los árboles parecían existir.

 

Luego vino un día más corto de tapices mohosos

con las iniciales de todos los anteriores propietarios

para aconsejarnos callar y esperar. ¿Nos conocería ahora

el ratón, y si así era, hasta qué punto admitiría

la proximidad la conversación sobre la diferencia, bien migaja

o bien otra caridad menos perceptible? Iba todo a ser

desperdigado de todos modos, tan lejano del deseo de uno

como la raíz del árbol respecto al centro de la tierra

del que en cualquier caso surgió a tiempo

de informarnos sobre felices floraciones y sobre la fiesta

de las parras que iba a haber mañana. El simple hecho de estar debajo

de ellas te hace a veces preguntarte cuánto sabes

y entonces despiertas y sabes, pero no sabes

cuánto. En los intervalos de la media luz las notas

de una mandolina desafinada parecen coexistir con su

pregunta y con la no menos urgente respuesta. Ven

a mirarnos, pero no desde muy cerca, pues la familiaridad

se disipará entre truenos y la niña mendiga

que con pelo de esparto llora incomprensiblemente será

lo único que quede de la edad de oro, nuestra

edad de oro, y no volverán a salir al alba

los enjambres para volver como una lluvia de polvo

suave por la noche a apartarnos de nuestra honradez

aburrida e insatisfactoria con cuentos de vistosas ciudades,

de cómo en ellas construía la neblina y qué

instrucciones seguían los leprosos

para evitar estos ojos, los ojos viejos del amor.

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John Ashbery 

Colección Visor de Poesía, 1994

Traducción Esteban Pujals Gesalí

April Galleons” can be found in Notes from the Air: Selected Later Poems

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

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