poesía

marosa di giorgio: insectos en la misa

 

 

Es a la siesta. Y en el comedor en penumbras no hay

nadie. Y si estuviese alguno sentado no se notaría. Se oye

una palabra diaria, pero dicha de un modo raro, como si

una manzana en la frutera estuviera aprendiendo a hablar.

 

 

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lamento por el furor de roy hennigan

 

juan gelman

 

“¿cómo serán los japoneses?” preguntaba roy hennigan

“¿dónde andarán? ¿por qué cielos? ¿cómo cavan

su marcha hacia el fulgor?” preguntaba acostándose

en las tardes feroces de Ohio

 

 

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se le nota en el habla

 

concha garcía

 

otra

 

Me gustaría ser un hombre de fino bigote

que toma el autobús,

no tiene heladas las manos.

Un hombre de estatura media

 

 

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es una cosa sin dientes

 

leopoldo m. panero

 

de conversación

 

Lo que queda después de la flor

es una cosa sin dientes,

recordando

 

 

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los pasos en el callejón sin salida

 

leopoldo m. panero

 

El suplicio de la noche y el suplicio del día

el suplicio de la realidad y el suplicio del sueño

despliegan ese movimiento que se ignora y al que otros

pudieron, no sé cómo, llamar “vida”

 

 

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a los amigos

 

herberto helder

 

Amo lento a los amigos que están tristes

con cinco dedos en cada mano.

Los amigos que enloquecen y están sentados,

cerrando los ojos

 

 

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canto a mí mismo (8ª parte)

 

 

Walt Whitman
    hojas de hierba

 

El esclavo fugitivo vino a mi casa y le detuve,

escuché sus propuestas, crepitantes las ramas del montón de leña,

Por la oscilante puerta entreabierta de la cocina, le vi cojo y débil,

 

 

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¡si no fueses tan puta!

 

 

jaime gil del biedma
contra jaime gil de biedma

 

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,

dejar atrás un sótano más negro

que mi reputación —y ya es decir—

 

 

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