poesía

ser un mecedor de abedules

 

Abedules

 

Cuando veo abedules doblados a izquierda y derecha

a lo largo de las filas de árboles más oscuros y rectos,

me gusta creer que algún chico los ha estado meciendo.

Pero mecerlos no los hace quedarse doblados como lo hacen

 

 

leer más

junto a las gallinas blancas

 

cuánto depende

 

cuánto depende

de

una carretilla

roja

                    ‘los poemas que ya tendrías que haber leído’

leer más

tal vez algas

 

IV-Del gusto

 

Hay sal sobre los labios. En la lengua,

un resto de naufragios y sirenas,

tal vez algas, y el gusto de los fondos

espumosos y verdes del océano.

 

 

leer más

espérame en el objeto que amo eternamente

 

El principio y el fin

 

Cuando abro en los objetos la puerta de mí mismo:

¿quién me roba la sangre, lo mío, lo real?

¿Quién me arroja al vacío cuando respiro? ¿Quién

es mi verdugo adentro de mí mismo?

 

 

leer más

la carne es triste y leí todos los libros

 

Brisa marina

 

Leí todos los libros y es, ¡ay! , la carne triste.

¡huir, huir muy lejos! Ebrias aves se alejan

entre el cielo y la espuma. Nada de lo que existe,

ni los viejos jardines que los ojos reflejan,

 

 

leer más

no sea que digan que carecemos de gusto

 

Instrucciones adicionales

 

Venid, cantos míos, permitámonos expresar nuestras más bajas pasiones,

Permitámonos expresar nuestra envidia por el hombre con trabajo fijo

y sin preocupación por el futuro.

Sois muy holgazanes, cantos míos,

 

 

leer más