césar vallejo

y desfila por el color amarillo a llorar

 

El buen sentido

 

—Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París.

Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.

Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar,

 

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dios desgraciado, quítate la frente

 

Oye a tu masa, a tu cometa

 

Oye a tu masa, a tu cometa, escúchalos; no gimas

de memoria, gravísimo cetáceo;

oye a la túnica en que estás dormido,

oye a tu desnudez, dueña del sueño.

 

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se enorgullecerán mis moscardones

 

Sermón sobre la muerte

 

Y, en fin, pasando luego al dominio de la muerte,

que actúa en escuadrón, previo corchete,

párrafo y llave, mano grande y diéresis,

¿a qué el pupitre asirio? ¿a qué el cristiano púlpito,

 

 

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de este banco me voy, de mis calzones

 

París, octubre 1936

 

De todo esto yo soy el único que parte.

De este banco me voy, de mis calzones,

de mi gran situación, de mis acciones,

de mi número hendido parte a parte,

 

 

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hoy sufro suceda lo que suceda

 

Voy a hablar de la esperanza

 

Yo no sufro este dolor como César Vallejo. Yo no me duelo ahora

como artista, como hombre ni como simple ser vivo siquiera. Yo no

sufro este dolor como católico, como mahometano ni como ateo. Hoy

sufro solamente. Si no me llamase César Vallejo, también sufriría este

 

 

 

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