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ya se pueden comer la vaca

 

Vaca

 

A Luis Lacasa

 

Se tendió la vaca herida;

Árboles y arroyos trepaban por sus cuernos.

Su hocico sangraba en el cielo.

 

 

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es la mujer de la herida interminable

 

VIII

 

Así fue la crucifixión de la montaña,

El nervio del tiempo en vinagre, el cadalso como fosa

Tan alquitranada con sangre como las brillantes espinas que yo lloré;

El mundo es mi herida, María de Dios en su pena,

 

 

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y unas balanzas no demasiado grasientas

 

La Isla del Lago

 

Oh Dios, Oh Venus, Oh Mercurio, patrón de los ladrones,

dadme a su debido tiempo, os lo suplico, un pequeño

estanco,

con las cajetillas relucientes

apiladas con esmero en los estantes

y el suelto y fragante cavendish

y el tabaco para liar,

 

 

 

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entre encarnaciones de no heroísmo

 

 

Todo consiste en convertirse en carne o puñal, tolera el A-migo, ante otro de mis disparates,
durante mi no prestar atención 

al sonido de esos pasos que se alejan, 
pertenecientes a la sabiduría.

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sentí un funeral en mi cerebro

 

Sentí un Funeral en mi Cerebro

 

Sentí un Funeral en mi Cerebro

y los Deudos de aquí para allá

seguían pisando – pisando – hasta que pareció

que atravesaban el Sentido-

 

 

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