autores

mordiendo el centro de mi seguridad

 

 

pablo neruda

 

Oh dama sin corazón, hija del cielo,

auxíliame en esta solitaria hora,

con tu directa indiferencia de arma

y tu frío sentido del olvido.

 

 

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la muchacha buscadora

 

De alguna manera () uno sabe que ha venido a este mundo,

a esta vida, a esta cosa, para ser testigo de escenas como la

de esta muchacha

 

 

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como un Atlas sin empleo

 

 

james kavanaugh

 

Algún día yo me iré y seré libre.

Y dejaré tras de mi a los estériles

a su segura esterilidad.

Me iré sin decir a dónde voy,

 

 

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esas hermosas criaturas

 

isabel rawsthorne

 

Si recordamos que (casi) todos hacemos el papel de gente y

que la mayoría de las personas son otras,

posiblemente miraremos a Isabel de una manera menos bulliciosa.

Se lo advirtió ella misma al pintor que le hizo el retrato, Francis Bacon

 

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no puedes, ahora, estar en su contra

 

 

louis johnson

 

No fue nuestro deber reclamar sino pelear,

para mantener el orden; mira que nadie

escapa a los requerimientos de la Ley.

El precio fue un pedazo de pan, una pensión

 

 

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taconean impacientes

 

 

vladimira pund

 

Se acercan sus pasos

Oigo sus pasos

No los veo.

Pisan las camelias

Y suenan a pisadas suaves

 

 

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pienso, si, en el bruto libre

 

 

césar vallejo

 

Pienso en tu sexo.

Simplificado el corazón, pienso en tu sexo,

ante el hijar maduro del día.

Palpo el botón de dicha, está en sazón.

 

 

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