autores

merodeos populares: el precio de la nieve

 

 

el precio de la nieve

 

 

¿Vas a irte a la tumba -después de ver por la ventana

del merodeo a Sophia- con alguna porción, en tus venas,

de vida sin vivir? Ella parece cansada, con sueño

 

 

leer más

ya no queda nadie para vigilarlas

 

 

 

parís sin el estereoscopio

 

 

recuerdas el que vivía antes en el piso de arriba

y echó a su hija de casa y se oían los gritos

y luego él tiró sus muñecas al patio

 

 

leer más

un viejo en venecia

 

 

un viejo en venecia

 

 

En Venecia, viejo y envejecido, casi mudo,

rodeado de libros, de soledad, de gatos,

el poeta Ezra Pound,

 

 

leer más

con forma de fantasma que no se rinde

 

Impasse

Una aureola Pizarnik, con la mágicabenditadefinitiva
lila entre los dedos, baila en algún lugar, detrás de sus tristes músicos.

 

 

Impasse. Alegorías y dolor en Juana Lebosía.

Lúes que no sanan ni con manzanilla de los tiempos.

Llora toda esa nochebuena porque sus mayores orgasmos

son bostezos.

 

leer más

la calle: óleo de balthus, poema de dobyns

 

 

 

La calle /versión 1

 

Mientras cruza la calle, el carpintero lleva una tabla dorada

cruzada sobre el hombro, de la misma manera que soporta

las cargas de su vida. Vestido de blanco, su única flaqueza

es la tentación. Ahora construye otra pared que lo oculte.

 

 

leer más

se abrazó a sí misma y palpó un hueso sin esperanza

 

 

 

reunión de familia

 

 

Cuando nuestro hermano menor cumplió cincuenta años

mamá tuvo una horrorosa visión del tiempo:

así que dijo —y yo vi cómo sus hombros se estremecían—

«estamos envejeciendo todos juntos».

 

 

leer más

tengo sueño, he amado, he ganado el silencio

 

 

alta hora de la noche

 

 

Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre

porque se detendrá la muerte y el reposo.

Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,

sería el tenue faro buscado por mi niebla.

 

 

leer más

deshazte de tus vértebras mansas

 

 

Deshazte de tus vértebras mansas

 

 

De tu plural saliva me he nutrido.

Amor mío enhiesto,

cíñete las medias rojas,

sacúdete la niebla del pelo:

 

 

leer más